sábado, 21 de agosto de 2010

LE CAMION DE MARGUERITE DURAS

He terminado un film, Le Camion, reconozco que hacer una película es un lujo. Esta ha pasado por varias etapas: en un principio se trataba de la historia de una mujer de cierta edad, de mi edad, que hacía auto-stop y se subía en un camión en un lugar determinado. Se trata de una cosa muy simple como podéis comprobar. Esa idea pasó por varios estadios y acabó siendo una conversación entre Gérard Depardieu y yo -como podía ser entre cualquiera de vosotros y yo- sobre un film que no se ha rodado nunca. Esta película es tan solo la palabra sobre la película. Él me pregunta “¿Qué habría sido?”. Yo le respondo: “habría sido así o de otro modo”. Es todo lo que puedo contaros, las conclusiones las debe tomar cada uno. Puedo avanzar algo más: me parece que esta narración de la historia al condicional, historia de esta mujer y el camionero; historia entre Depardieu y yo sentados a una mesa, con una lámpara encendida en medio de la noche, era una combinación mucho más rica que la imagen de una mujer con un camionero en un camión en una carretera francesa. Hace tan solo una semana que la he terminado. Cuando la vi me quedé maravillada de su riqueza, de la riqueza de esta imagen que es la propia contra-imagen del camión. Se ve el camión a lo lejos, pasando a través de los llanos, delante del mar, o a través de los bosques y no se ve nada mas aparte de Depardieu y yo que hablamos de un film hipotético.
Él me pregunta: “¿Qué es lo que dice ella?, ¿Qué habría dicho yo?”. Yo le respondo: “Dice esto o habrías dicho aquello”. Me pregunta constantemente sobre esta mujer que ha subido al camión. Se llega con relativa facilidad a la conclusión de que la mujer se ha escapado, pero eso tampoco es muy seguro, de un asilo psiquiátrico. Me siento incapaz de sacar conclusiones, de explicar lo que he querido decir. Estoy todavía bajo los efectos de la apertura que esto puede significar: la simple palabra es la que lleva toda la historia. Yo pregunto a Depardieu: “¿Ves el camión?”. Él me responde: “Si, lo veo pasar a través de.., se adelanta…, ahora va…”. Y sin embargo no vemos nunca el camión. Así, lo que se pone en escena en mi último film es la palabra. Sin embargo, y quizás justamente por ser una experiencia tan emocionante y tan turbadora, al menos para mi, soy incapaz de encontrarle el sentido.
Filmoteca Española. Barcelona, febrero 1977.

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